En el pueblo, todos sabían quién era Rosa: su familia era dueña de la mayoría de las tierras que se cultivaban allí y, además, eran propietarios de los negocios y locales más importantes.
Cuando Rosa era una niña, todo mundo la adoraba. Era entusiasta, dicharachera, siempre estaba alegre y, a medida que se hacía mayor, se le veía más segura y empezaba a llamar la atención por su simpatía y saber estar. Además, se estaba transformando en una mujer con una gran belleza física. Todos los chicos del pueblo querían casarse con ella y las chicas sentían celos de su gran suerte. Los mayores del pueblo hablaban de la gran mujer que se llevaría quien pudiera casarse con ella.
Sin embargo, ella siempre había ocultado una gran pasión: Tomás, el gitanillo. A Rosa le gustaba leer; pero siempre sentada bajo aquel olivo desde donde podía verlo trabajar y, ahora, hecha ya una mujer, dibujaba con su mano el torso desnudo de Tomás. Cerraba los ojos y se imaginaba acariciándolo. Tomás la miraba, le sonreía y le hacía un gesto con la mano para que fuera hacia él. Entonces, Tomas le empezaba a hablar de la tierra, del sol, de los olivos, del aceite… Rosa asentía con la cabeza; pero lo único que ella quería era desaparecer con aquel peón a pesar de estar comprometida y a punto de casarse.
La noche de su boda, la fiebre empezó a subirle de repente. Era verano y el calor era insoportable; pero Rosa solo quería salir de aquella habitación. Quería ir a sentarse bajo aquel olivo. -No es nada- dijo, – solo necesito respirar aire puro y caminar por el campo -. A pesar de la fiebre, caminó hacia su olivo y, desde allí, pudo ver la figura de Tomás. Pero, esta vez, él caminaba tranquilamente entre los olivos. No esperaba verla. Ella bajó corriendo aquella pequeña colina y lo llamó a gritos.Tres horas mas tarde Rosa entró a su habitación sin dar explicaciones.
Después de cuatro años de casada, Rosa seguía leyendo bajo aquel olivo; pero no iba sola. Ella iba allí con su hijo desde que nació y los dos miraban a Tomás. Él los llamaba y caminaban juntos entre los olivos.
Julia H.
qué bonita historia ❤
Me gustaMe gusta
Gracias guapa!
Me gustaMe gusta
Me ha encantado el relato. Breve, pero significativo.
Un besote,
Desi
Me gustaMe gusta
jejeje! siiii Desi, asi cada una imagina el fin que quiera!
Me gustaMe gusta