Autor: juliahvalois

CAMBIOS

Hola chicas,

Todas las que han pasado por este blog, han leído algunos de mis post o las que me me siguen habitualmente, ya se habrán dado cuenta que desde mediados del año pasado he dejado de escribir y publicar artículos.
No es que quiera cerrar el blog, pero sí es verdad que después del verano me tome muy en serio aquello de los propósitos post vacacionales. Sentía que realmente me hacía falta una renovación y eliminar poco poco algunas malas costumbres, empezar otro ciclo. No se trataba solo de un asunto exterior (dietas, ejercicios, vida sana, etc) era un tema de cambiar también esos «hábitos mentales» que de alguna forma u otra nos bloquean y no nos dejan alcanzar nuestras metas, grandes y pequeñas.

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Así que, una vez terminadas mis vacaciones de verano, me puse en marcha con los cambios. Pienso que nada puede alejarte más de la felicidad y la estabilidad que un entorno desordenado o en caos y en el que no te sientas cómoda. Y este fue mi primer propósito: cambiar algunas cosas de casa con las que ya no me sentía a gusto, tirar las cosas del «por si» guardadas meses en los armarios y en los cajones. Sabéis cuáles, ¿verdad? Por si adelgazo, por si le sirve a alguien, por si encuentro a alguien que lo quiera, por si engordo, por si viajo, por si me hace falta algún día…. ufffff bolsas y bolsas llenas de un sinfín de «por sí» que han ido directamente a la basura porque al final terminan almacenadas ocupando espacios en armarios y en el resto de la casa. Y sí, se nota, entrar en casa y sentir que ya nada te estorba y que todo está en perfecto orden. A mí me funciona de maravilla.
Decidí también que me olvidaría del gimnasio y de las máquinas de cardio. Mi cuerpo y mi mente me estaban pidiendo a gritos otro tipo de disciplina, ya no estaba nada motivada para correr, ni para subirme 45 minutos a la elíptica. Tenía muchas ganas de probar con el yoga y, a pesar de que me he pasado años rechazando está posibilidad, era lo que mi cuerpo y mi mente me estaban exigiendo. Era el momento y, chicas, de verdad, es una lástima no haber empezado desde hace años con esta disciplina y negarme a disfrutar de los beneficios que se obtienen practicándola. Estoy encantada; pues está es consonancia con mi forma de sentir y ver la vida.
Otra decisión importante de estos últimos meses ha sido la determinación de apartar de mi vida a personas negativas o aquellas que absorben toda mi energía y me dejan sin fuerzas. Créanme, no ha sido fácil… Pero por mi salud y por la de mi familia debí afrontar esto con firmeza pues mi mayor fortaleza y, a la vez, gran debilidad es mi capacidad de empatía. Poseo una gran capacidad de ponerme en la situación de los demás y esto, muchas veces, conlleva un sufrimiento innecesario.
Seguramente estos cambios se reflejarán en mis pequeños artículos. Lógicamente, no dejaré de escribir porque es una de mis pasiones. Pero debo ser sincera… no sé realmente por dónde me llevará mi querido blog.
De todas maneras, espero que sigan disfrutando cuando se asomen por aquí!

Con cariño,

J. H. Valois

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DE CITAS Y APLICACIONES

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Hola chicas,

La semana pasada quedé con varias amigas para pasar la tarde juntas, tomarnos algo y ponernos al día. Dos de ellas hace ya tiempo que están  divorciadas y, cómo no, con mucha experiencia en el mundo de las citas a través de las famosas «agencias matrimoniales». Así que, entre risas y sorbitos de vinos, surgieron los temas típicos. Ya saben… Todas hemos escuchado las anécdotas que suelen surgir en esas situaciones y la de gente rara que sale.  Hablamos de las posibilidades que se abren ahora con el surgir de las aplicaciones para conocer personas del sexo opuesto. Esto ya es aventurarse en un nuevo mundo. Cuando creas un perfil te conviertes rápidamente en el nuevo miembro, en la nueva presa y, de inmediato, llamas la atención. Es entonces cuando aparecen  las  invitaciones directas a tu perfil y empieza lo bueno: el proceso de selección y eliminación. Los primeros en  contactar suelen ser jóvenes sementales, de músculos abultados y trajes de baño muy, muy diminutos. ¡Yo alucino! ¿Qué buscan? ¿Una mami? Hay que evitar esa tentación.  Es verdad que muchos hombres prefieren mujeres de más edad; pero también hay mucho fantasma. Así que, de estos, mejor huir.

Luego hay que hacer una selección geográfica; a nos ser que lo que realmente se busque sea un amigo para hablar por correspondencia o por teléfono de vez en cuando. Sí que es verdad que muchas relaciones sobreviven a la distancia; pero esto es algo que debe aclararse desde el principio y estar dispuesto a un traslado de ciudad si surge algo más. Pero claro claro, como que queda un poco extraño plantear esto a alguien que estás conociendo por medio de una aplicación del móvil. Lo mejor es descartar de una vez los geográficamente mal situados. No hay que perder tiempo.

Bueno, ya está. Eliminados los cachas y los hombres del otro lado del mundo, es cuando se decide a quien se quiere conocer. ¡Uffff…! En este momento a mí ya me habría vencido el agotamiento. ¡Hay que estar muy inspirada para seguir con esto! Y aquí viene el otro proceso: creencias religiosas, políticas (ya que se puede elegir, vamos a por lo mejorcito) aficiones, intereses, educación, actividades al aire libre, trabajo, vacaciones… Claro, si una se divorcia seguramente ha sido por no preguntar todo esto antes. Así que, si se tiene una segunda oportunidad, hay que investigarlo todo.

Encontradas ya las cosas en común, aquí viene lo difícil: intentar conectar. ¡Ojo! No hay que contar una novela sobre la vida de cada una. Es la fase de conocimiento; pero sin divulgar demasiadas cosas personales… Se pueden intercambiar fotos personales. Más que nada para hacer un archivo con datos personales y evitar confusiones.

Por último, pedir nombre y apellido completo para hacer una búsqueda en google y comprobar que esa persona ¡es quien dice ser! No puedo negarlo: estas aplicaciones pueden resultar ser una herramienta ideal para empezar de nuevo o para introducirte en un mar de citas rápidas y sin compromiso. Pero al terminar la tarde mientras me dirigía a casa no pude parar de acordarme de lo sencillo que era todo con un: ¿estudias o trabajas?

Esto es otro mundo…

Con cariño, 

Julia H

 

SIN MIEDO A EMPEZAR

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Muchas veces, cuando nos lastiman o hieren, el miedo a que lo vuelvan a hacer nos bloquea, nos impide abrir nuestro corazón e involucrarnos demasiado afectivamente. Resulta difícil reconocer y enfrentar esos temores para arriesgarnos a tener una nueva relación. Los desastres anteriores y las relaciones dañinas nos llenan de desconfianza y de dudas. Es normal cuando nos hieren una y otra vez. Lo lógico es intentar no repetir los mismos errores y aprender de ellos.  Sin embargo, rehusar a tener nuevas relaciones por culpa de las actitudes nocivas de otros es como castigarnos a nosotras mismas. Creo que esta forma de pensar y controlar nuestros sentimientos no ayuda para nada a nuestro bienestar.

Evidentemente, si la opción de vivir solas es una decisión que nos hace felices y nos sentimos bien así, pues ¡estupendo! Lo malo es cuando esta elección es consecuencia de  las malas experiencias que hemos tenido en el pasado. Es entonces cuando debemos hacer un examen de conciencia y dejar a un lado la ira y  los  sentimientos negativos para seguir avanzando y seguir adelante con nuestras vidas. A veces, el perdón es la mejor manera de hacerlo.

Es verdad que es difícil encontrar a la persona adecuada y todo el proceso de encontrar a alguien nuevo es agotador. No hay garantías; pero tampoco si no lo intentamos. No se trata se sustituir a una persona por otra, ni a un amor perdido, sino de estar abiertas a la posibilidad de conocer a alguien que nos vuelva a hacer sentir felices.

Lo ideal es cambiar de actitud. Empezar de nuevo a quedar y a tener citas sin poner muchas esperanzas ni expectativas en ellas. La clave es divertirse. Cuando uno se divierte no tiene miedo, los temores se evaporan y todo fluye…

Con cariño,

Julia H

MENOPAUSIA: CAMBIOS FÍSICOS Y SEXUALIDAD

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Al hablar con mis amigas de este tema se quedan sorprendidas cuando les digo que estoy deseando que termine esa visita mensual que me saca de quicio y me pone de mal genio. ¿Para qué la quiero? – digo yo -. Y por más que todas las mujeres con las que hablo tratan de convencerme de que no es lo mejor y que cuanto más tarde se marche, mejor, yo sigo en mis trece: ¡¡no la quiero para nada!!

Está claro: la menopausia no llega cuando queremos, aparece sin previo aviso y causa estragos en las mujeres. No es divertido. Sin embargo, yo estoy convencida de que este cambio no es el principio del fin. Sí, nuestra vida puede dar un cambio radical;  pero esto pasa, como cualquier tormenta. La menopausia no tiene que hacer descarrilar todo nuestro entorno y forma de vivir. Su aparición merma extremadamente nuestro estado físico y anímico. Además, muchas veces esto coincide con la partida de los hijos y el fin  de nuestra vida profesional. Nos sentimos menos atractivas, ganamos peso y tenemos poca motivación para hacer ejercicio y mantener nuestro bienestar.

Lo que tenemos que afrontar las mujeres con la llegada de la menopausia nos plantea  una serie de desafíos físicos y emocionales que, incluso, hacen mella en nuestra vida sexual: esta es una queja común. Muchas mujeres experimentan molestias como la resequedad vaginal y, al final, las relaciones son mas difíciles y desagradables.

Todo esto no tiene que ser soportado en silencio: charlar con otras mujeres y, sobre todo, con el/la médico es esencial para conocer la gran cantidad de productos que se usan actualmente para tratar todos los desequilibrios hormonales. Es importante probar diferentes tratamientos hasta encontrar el adecuado para cada una.

Los cambios hormonales nos provocan, también, cambiar nuestra autoestima y empezar a ver nuestro cuerpo menos atractivo, y esa es la principal causa de la falta de apetito sexual. No hay que sufrir en silencio; hablar con la pareja sobre cómo nos sentimos y sobre nuestros cambios físicos es fundamental. Compartir nuestras preocupaciones y dialogar hace que las cosas sean más agradables para los dos. La sexualidad no es estática y, para permanecer sexualmente satisfechas, tenemos que cambiar con ella.  En otras palabras: debemos dar a nuestra vida sexual la misma consideración  que damos a nuestro armario; actualizarla de forma regular, intentar  nuevas posiciones, experimentar con aparatos sexuales y tratar algo nuevo de vez en cuando.

Con cariño,

Julia H

DE VIAJES Y EQUIPAJES

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A pesar de que adoro viajar, no puedo evitar sentirme estresada con los preparativos. Yo hago todo lo que sea necesario para evitar viajar en avión. Con los años parece que el miedo a volar se ha incrementado y esto, unido a las medidas de seguridad, es cada vez más molesto. Lo primero que tienes que plantearte es llevar leggings para no tener que quitarte el cinturón. Y esto no es el mayor de los inconvenientes… Busca zapatos adecuados para no quedarte descalza por si no tienen bolsas o por si no los encuentras en medio del follón de la cola y con los nervios. Sobre todo, que los zapatos no lleven plataforma, el pánico que sientes cuando pones los anillos, el reloj y las pulseras en la bandeja porque piensas que pueden desaparecer en medio del escáner…. Uffff… ¡Atenta! Que nadie se lleve tu bolso mientras atinas a ponerte un zapato o atarte los cordones!!! ¡Noooooo! Descartados los viajes en avión, a no ser que sea imposible otra posibilidad.

La siguiente opción es el tren. Bueno, genial. Si llegas un poco antes a la estación, tienes tiempo de tomarte algo, relajarte, ir de compras y subirte al tren relajada. Disfrutar del paisaje, ver alguna peli, escribir…El único problema que tiene viajar en tren es la imposibilidad de llevar todo lo que tienes o quieres llevar; pues no podemos facturar las maletas. Así que cuanto menos mejor, para no complicarnos en el tren y en la estación. Viajar con lo mínimo trae como consecuencia que llegamos a nuestro destino con lo mínimo y sin un montón de prendas que terminamos anhelando.

Y, bueno, también tenemos la opción de viajar en coche. Sinceramente, es la que más me gusta. Reconozco que peco de excesos. Me pregunto yo: ¿por qué será que las mujeres tenemos que llevar siempre el doble de equipaje que los hombres? Esa simplicidad a veces me da envidia. Cuando pregunto: ¿qué zapatos llevas? Y mi marido contesta: ¡los negros!
– ¿Solo? – Pregunto yo.
– Y, ¿para qué más?
Ah vale, ¡pues nada! ¿Como se apaña con un solo par de zapatos? Y no es que no tenga, ¡ojo! Pero a la hora de elegir, con un par le basta. Yo con el tema zapatos tengo que plantearme llevar unos cuantos: los de día, los de noche, los altos, los planos, los «por si llueve» y los de «por si acaso». Y así todo: perfume de día y de noche, bañador blanco, negro y de todos los estilos para no repetir, potingues varios (que no por ir de viaje voy a descuidarme), maquillaje, bolsos a juego con los zapatos, cargadores, móviles, cámaras y botiquín!

De verdad, esto de viajar estresa, y mucho. Pero después de un fin de semana en algún paraje retirado, unos días de relax visitando museos o quince días de excesos… Hacemos maletas como sea y…..¡Que nos quiten lo bailao!

Con cariño,

Juia H

Ama de casa o mantenida

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Crecí, como muchas mujeres de mi edad, con la instrucción y enseñanza de que para ser feliz tenía que lograr la independencia económica y ser una mujer trabajadora e independiente. Esta sería la mejor forma de sentirme realizada y ser una mujer feliz. Me aprendí bien la lección, ¡oooh sí, créanme! Sin embargo, yo, que fui hija de madre trabajadora y pasé muchas horas de mi infancia en manos de niñeras y empleadas de hogar, sabía que, llegado el momento, si pudiera escoger entre trabajar o dedicarme a cuidar de mi familia, no tendría ningún problema ni duda: estaría encantada  de quedarme en casa. Eso, claro está, depende de las circunstancias de cada una. Es evidente. Hay quien no puede dejar de trabajar porque su situación económica no se lo permite, otras pensarán que el terminar una carrera con gran esfuerzo no admite tal sacrificio y habrá otras, y de estas me he encontrado muchas, que consideran humillante la opción de depender económicamente de un hombre.

Todas las opciones son respetables; pero cuando por parte de ciertas mujeres escucho frases denigrantes sobre las amas de casa me pregunto cómo podemos exigir respeto e igualdad si entre nosotras mismas somos  incapaces de valorar y tener consideración por quienes, como yo, deciden dejar de trabajar por la satisfacción de estar con nuestros hijos.

Escuchar a algunas mujeres pronunciar la palabra «mantenida» no es nada agradable. Dejas de trabajar y, de repente, a los ojos de muchas, tu casa es un lugar con costumbres tradicionales, machista, conservadora… En fin, me hace mucha gracia ver como algunas de esas mujeres tienen ideas rancias y atrasadas en algunas cuestiones.

Ser ama de casa no significa estar al margen de la sociedad como una marginada sin enterarte de lo que pasa a tu alrededor o como si acabaras de caer de otro planeta. No se equivoquen. A muchas nos gusta leer la prensa y estamos al día en política, economía o en cuanto a TICs se refiere. Tampoco nos pasamos el día mirando novelas o leyendo revistas de prensa rosa.

Siempre he pensado que toda mujer debe ejercer un papel en la sociedad. Todas, incluidas aquellas a las que con vuestro tono sarcástico y despectivo llamáis mantenidas. Que lo ejercemos, y bien, trabajando 365 días al año sin vacaciones. Pero felices, eso sí, y no amargadas intentando ser unas superwomen del siglo XXI.

Las amas de casa formamos parte importante de la sociedad y de ese núcleo al que llamamos familia. Así que, queridas féminas, antes de ir por la vida enarbolando la bandera de la igualdad tenéis, que empezar por respetar y tratar de igual a igual a vuestras congéneres. Y aceptar que para muchas  el discurso ultra feminista no caló, más bien, supuso  una gran complicación para la mujer.

Ah, por cierto, no olvidéis incluirnos en vuestros pensamientos cuando habléis de la mujer trabajadora!!

Con Cariño,

Julia H.

 

 

SEXO, ¿EN QUÉ MOMENTO?

 

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Recuerdo que en mis tiempos de estudiante las chicas hacíamos esas reuniones misteriosas en las que solo podíamos participar las muy, muy amigas. Nos contábamos infinidad de intimidades y una de las preguntas que nos hacíamos era la del momento adecuado para tener sexo con quien estabas saliendo. Lo más importante, era sobre todo, mantener nuestra reputación intacta y no ser señaladas como «facilonas» «zorras» o «ligeritas de cascos». ¡Oh, siiiiiii! Era bastante difícil tener intimidad sexual y seguir siendo una mujer «respetable». Así que, al final, optábamos por seguir incorruptas hasta el matrimonio.

Hoy todo ha cambiado y esa etapa en la que debemos esperar un tiempo determinado antes de tener relaciones sexuales con la persona con la que estamos saliendo ha pasado a la historia. En realidad, no hay un momento adecuado. Podría ser el mismo día que conocemos a esa persona, al mes o nunca. No hay una respuesta… Cada una tiene su opinión al respecto; pero, definitivamente, es una decisión personal y dependerá, única y exclusivamente, de la situación y particularidad de cada mujer. Las diferencias culturales y las circunstancias de las personas son infinitas y muy diferentes. No hay pautas para tomar esa decisión. Solo tenemos que conocernos y confiar en nuestro instinto.

Creo que si hay una gran atracción física y queremos tener relaciones sexuales con esa persona con la que estamos saliendo debemos tomarnos una pauta para pensar si realmente estamos en un momento saludable para separar sexo y amor manteniendo una relación bajo control sin idealizar esta primera etapa. Si no podemos hacer esto, seguramente no estemos preparadas para saltar a la cama de nadie. El sexo no es un atajo para mantener una intimidad sentimental, es un atajo para el placer y es muy importante que no nos confundamos. De lo contrario, podríamos salir muy lastimadas.

A determinadas edades, no todas buscamos relaciones comprometidas. Un amigo con derecho a roce nos puede llevar a situaciones muy confortables  y agradables. Aún así, es conveniente proteger también nuestra salud física. ¡Ojo con eso…!

La espontaneidad está bien; pero una escapada de fin de semana o una estancia en un buen hotel después de una cena romántica es mejor planificarla. Y un poco de preparación no viene mal. No olvidemos los preservativos y la ropa interior bonita. Esto nos da mucha mas seguridad. Después de todo esto… ¡¡a relajarse y a divertirse!!

 

Con cariño, 

Julia H

 

Mujer, negra y… ¿Afrodescendiente?

 

 

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Últimamente se ha puesto muy de moda lo de ponernos etiquetas y entre las que más me cansan está la que califica e identifica a todos los negros como Afrodescendientes…

Nací en Colombia, soy hija de padres colombianos, nieta de colombianos, bisnieta de colombianos… Llevo en mi sangre, seguramente, algo de india y, además, algo de algún esclavista español. Así que mi idea de identidad es mucho más flexible y está asociada también a las circunstancias cuando sales de tu país de origen. Cuando emigras y echas raíces, otro mundo entra en tu cabeza. Por este motivo considero que asumir y dar por hecho que personas que nazcan en Cuba, Colombia o Senegal tienen que congeniar solo por el color de su piel no tiene ningún sentido. Yo, por ejemplo, desde hace mucho tiempo siento a España como mi casa, como mi país. Los olores, las comidas, mis amigos, mi familia… Ser inmigrante no significa desarraigo. Sin embargo, este sentimiento hace que de alguna manera ya no me identifique en muchas cosas con personas de mi país de origen.

Decir, entonces, que soy Afrodescendiente marca una gran diferencia y contribuye a crear otra vez un sistema de castas en el que no existió un ápice de humanidad por parte de los esclavistas. Ni tampoco de los mismos pueblos y culturas africanas que fueron capaces de vender a sus congéneres y sin cuya colaboración no hubiera sido posible el comercio de seres humanos.

El término Afrodescendiente no sólo hace referencia al color de la piel. También es una postura política. Yo tengo dos hijas nacidas en España. Ellas, mis nietos y mis bisnietos, ¿también entrarán en esa etiqueta? ¿Se les tendrá que recordar constantemente que sus ancestros no habitaron desde el principio en este continente o en el americano, si fuera el caso, en lugar de hacer hincapié en su aportación en la economía, en la cultura y en el desarrollo del país donde han nacido? – Al final, la especie humana se originó en África, ¿no? -. Los negros que salieron del continente africano como mercancía humana asumieron la cultura de los países donde se les dio estatus de esclavos y se convirtieron en individuos que ayudaron a crear otras culturas. Formaron parte de los nuevos estados nación que se crearon, jugaron un papel importante en la historia de los países superando el marco y el ambiente de marginalidad y exclusión implantada. Esos negros salidos de África como mercancía humana ayudaron a fortalecer esos territorios y a que las fincas productoras de materia prima prosperasen . Los negros ayudaron a formar esos países con su sangre y con su sudor. Y su herencia genética corre por mis venas.

Yo prefiero sentirme mujer negra sin complejos. Al final, el término Afrodescendiente no deja de ser una postura política que no tiene nada que ver con mi identidad como persona.

 

SIMPLEMENTE SOY.

 

Con cariño,

Julia H

 

DOS LIBROS

Hola chicas!

Ya sé que han pasado unas cuantas semanas desde la última vez  que escribí mi último post. Les pido mil disculpas,  ya saben que en estas fiestas nos descontrolados un poco y los cambios de horarios, vacaciones de los niños, cenas con la familia, búsqueda de regalos, etc modifican nuestra rutina habitual.. ¿qué les voy a contar que no sepan?
Las fiestas se convierten en una especie de amor-odio, nos encanta estar con la familia y disfrutar de la compañía de amigos; pero terminamos cansadas, agobiadas y con ganas de que acaben para retomar nuestros hábitos y costumbres.
En estos días, además de comer y beber mucho, también he dedicado un poco de tiempo a la lectura, y quiero hablarles de dos libros que me han gustado mucho.

El primero supongo que ya muchas lo han leído o han oído hablar de él: La Magia Del Orden de Marie Kondo.
Me he sentido muy identificada con su autora. Siempre he estado obsesionada con la idea de que si tienes tu hábitat en orden y estás rodeada de cosas que te den buenas vibraciones y energía positiva, tu cabeza y tu mente descansan,  las ideas fluyen y tu entorno se convierte en el mejor sitio para encontrar paz y desarrollar todos los proyectos y objetivos que  deseas.

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Pues bien, mi obsesión por esta ( mi filosofía) me ha llevado a pasar muchos años intentando mantener mi espacio, mi casa, de acuerdo a esta forma de pensar; pero lo estaba haciendo mal.  Nunca terminaba de estar satisfecha con el resultado, sabía  que algo estaba haciendo mal. Uno no se puede pasar la vida organizando papeles, libros, ropa, fotos, etc. Yo estaba equivocada en las formas. Y este libro, evidentemente, sí me ha cambiado la vida. No es una exageración y se lo recomiendo, pero sobre todo deben leerlo todas las personas que se sienten intranquilas cuando están desarrollando alguna actividad y no pueden dejar de pensar en los cajones llenos de potingues sin usar, en los periódicos y revistas acumuladas, en los documentos y recibos guardados en quién sabe dónde, en ese caos de nuestra casa que no nos permite avanzar.

 

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Otro libro con el que me he entretenido estos días es Usted Primero. Una guía de buenas costumbres narrado por dos periodistas fantásticas. Carmen Posadas y Marta Robles que nos explican algunas reglas fundamentales y que olvidamos con bastante frecuencia, desde cómo vestirse y comportarse en un funeral hasta cómo manejarnos en las redes sociales.
Es un libro que también habla de sociología, historia o literatura. A mí particularmente me ha encantado el capítulo dedicado a internet. Es algo que siempre me ha llamado la atención, pues en el mundo digital parece que no hubiera reglas. Sin embargo, existen unas pautas de comportamiento que van surgiendo poco a poco y a las cuales hay que estar atentas.

Les recomiendo estos dos libros. Sin ninguna duda les serán muy útiles o, al menos, pasarán muchos ratos entretenidos con su lectura.

Con cariño,

Julia H.

TERESA

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Cuando Teresa subió a ese coche, estaba segura de lo que iba a pasar. Sin embargo, el alcohol que llevaba en su cuerpo le impedía pensar de forma objetiva. Ella solo quería pasárselo bien. Así que,¿por qué no? Aquel hombre era atractivo y, además, la noche había resultado divertida y muy entretenida.

  • ¿A mi casa o a la tuya?.

Teresa no dudó ni un segundo – ¡A mi casa! – dijo. Ella prefería no salir de su zona de confort, e ir a algún sitio que ella controlara. Ya que iba a terminar la noche con un desconocido, prefería tenerlo todo controlado, y en su casa estaba segura. Así que la cosa prometía.

Ella sacó una botella de la nevera mientras él la miraba y la hacía sentir la mujer más sexy del mundo. Sí, había llegado hasta allí, estaba con un desconocido en su casa, ella era una mujer adulta, no había sido engañada, lo deseó durante toda la noche… Pero ahora algo había cambiado. Su cabeza estaba hecha un lío. Quería estar sola y estaba arrepentida de aquella pequeña aventura. Una sensación de incertidumbre y pereza por lo desconocido le invadía. El alcohol le había jugado una mala pasada. No sabía cómo salir de esa situación. Se sentía avergonzada. Sentía que lo justo era decir que hasta ahí había llegado la aventura; pero no era capaz de ponerle fin. Así que, con mucha parsimonia y retrasando ese momento al que no quería llegar, terminó de preparar el vino y sacó algo para picar. Tal vez podía convencerle de dejarlo para otro día. Tal vez, él también se lo habría pensado. Tal vez, él le pediría su número de teléfono y se marcharía….
La madrugada fue larga. Cuando pudo abrir los ojos, él ya se había ido. Teresa se levantó, casi sin aliento, se dirigió al cuarto de baño, abrió el grifo de la ducha y dejó que corriera el agua hasta que saliera caliente, muy caliente…. Se miró en el espejo y no podía reconocerse. Empapó una toalla en agua caliente y restregó todo su cuerpo. Quería borrar ese olor. Sabía que no debía pero no pudo evitarlo. Las náuseas aparecieron. Después de vomitar se dio una ducha. Veinte minutos bajo el agua. Al salir se dirigió a la puerta de su apartamento, se aseguró de que estuviera bien cerrada, echó la llave, cerró las ventanas y corrió las cortinas. Se sentó en el sofá con la mirada perdida y lloró. Sintió que había sido culpa suya. Nunca habló de eso con nadie, nunca lo contó.

Julia H

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