
Hola chicas,
La semana pasada quedé con varias amigas para pasar la tarde juntas, tomarnos algo y ponernos al día. Dos de ellas hace ya tiempo que están divorciadas y, cómo no, con mucha experiencia en el mundo de las citas a través de las famosas «agencias matrimoniales». Así que, entre risas y sorbitos de vinos, surgieron los temas típicos. Ya saben… Todas hemos escuchado las anécdotas que suelen surgir en esas situaciones y la de gente rara que sale. Hablamos de las posibilidades que se abren ahora con el surgir de las aplicaciones para conocer personas del sexo opuesto. Esto ya es aventurarse en un nuevo mundo. Cuando creas un perfil te conviertes rápidamente en el nuevo miembro, en la nueva presa y, de inmediato, llamas la atención. Es entonces cuando aparecen las invitaciones directas a tu perfil y empieza lo bueno: el proceso de selección y eliminación. Los primeros en contactar suelen ser jóvenes sementales, de músculos abultados y trajes de baño muy, muy diminutos. ¡Yo alucino! ¿Qué buscan? ¿Una mami? Hay que evitar esa tentación. Es verdad que muchos hombres prefieren mujeres de más edad; pero también hay mucho fantasma. Así que, de estos, mejor huir.
Luego hay que hacer una selección geográfica; a nos ser que lo que realmente se busque sea un amigo para hablar por correspondencia o por teléfono de vez en cuando. Sí que es verdad que muchas relaciones sobreviven a la distancia; pero esto es algo que debe aclararse desde el principio y estar dispuesto a un traslado de ciudad si surge algo más. Pero claro claro, como que queda un poco extraño plantear esto a alguien que estás conociendo por medio de una aplicación del móvil. Lo mejor es descartar de una vez los geográficamente mal situados. No hay que perder tiempo.
Bueno, ya está. Eliminados los cachas y los hombres del otro lado del mundo, es cuando se decide a quien se quiere conocer. ¡Uffff…! En este momento a mí ya me habría vencido el agotamiento. ¡Hay que estar muy inspirada para seguir con esto! Y aquí viene el otro proceso: creencias religiosas, políticas (ya que se puede elegir, vamos a por lo mejorcito) aficiones, intereses, educación, actividades al aire libre, trabajo, vacaciones… Claro, si una se divorcia seguramente ha sido por no preguntar todo esto antes. Así que, si se tiene una segunda oportunidad, hay que investigarlo todo.
Encontradas ya las cosas en común, aquí viene lo difícil: intentar conectar. ¡Ojo! No hay que contar una novela sobre la vida de cada una. Es la fase de conocimiento; pero sin divulgar demasiadas cosas personales… Se pueden intercambiar fotos personales. Más que nada para hacer un archivo con datos personales y evitar confusiones.
Por último, pedir nombre y apellido completo para hacer una búsqueda en google y comprobar que esa persona ¡es quien dice ser! No puedo negarlo: estas aplicaciones pueden resultar ser una herramienta ideal para empezar de nuevo o para introducirte en un mar de citas rápidas y sin compromiso. Pero al terminar la tarde mientras me dirigía a casa no pude parar de acordarme de lo sencillo que era todo con un: ¿estudias o trabajas?
Esto es otro mundo…
Con cariño,
Julia H